Cultura
14 Ene 2025
Forma, color e identidad: Conocé la obra de Danilo Bambú
Por: Leandro Fernández Vivas.
Murales, esculturas y libros ilustrados son parte de la vasta obra de del artista popular que mejor entendió a Ituzaingó.
En la fachada de la Escuela Técnica 1 o en medio de una plaza en Parque Leloir, con pájaros, flores o un tranvía. En la puerta de la comisaría como en una vereda de cualquier barrio. Danilo Bambú dejó su huella en Ituzaingó en forma de esculturas y murales que cuentan la historia, la flora, fauna y detalles de un pueblo convertido en ciudad. Conocé la obra del artista que mejor interpretó la identidad de sus vecinos.
Nació en Lanús y fue inscripto como Julio Amengual Mazzei en 1935, pero al poco tiempo su familia se mudó a Ituzaingó y allí encontró su hogar. “Él amó esta ciudad desde que llegó. No solo fue un artista, sino también un cronista de nuestra historia, alguien que se preocupó por hablar con los vecinos y rescatar relatos orales que luego convirtió en imágenes”, destacó Facundo Valdez, Director del Museo Histórico Municipal de Ituzaingó, ante las consultas de Ituzaingó Digital.
El legado de Bambú no solo está presente en las esculturas y murales que decoran las calles, sino también en su aporte a la historia local. Ilustró dos libros fundamentales: Mi querido Ituzaingó del Buen Ayre e Historia de Ituzaingó, este último en formato cómic. “Eran relatos de los vecinos que él sintetizaba en imágenes, siempre con el apoyo de referentes como Rolando Goyaud, quien le proporcionaba información clave”, explicó el director.
Arte popular y materiales humildes
“Danilo fue un artista popular en todo sentido”, afirmó Valdez. Su arte no pasó por la formalidad de un estudio académico, sino que se forjó en el hacer, de manera autodidacta. Además, utilizaba materiales como hierro y cemento, elementos más asociados a la construcción que al arte. “Cuando pensamos en escultura, solemos imaginar mármol o bronce. Pero él eligió materiales toscos, poco maleables, materiales populares”.
En la década de 1970, Bambú tuvo una breve incursión en galerías de arte en Capital Federal, pero pronto decidió centrarse en dejar su huella en Ituzaingó. Gestionaba permisos municipales, buscaba auspiciantes y financiaba sus propias obras. “Él no buscaba un rédito personal, sino contribuir al espacio público”, comentó el director.
La primera escultura de Danilo en Ituzaingó fue La Esquina del Tango, inaugurada en 1976, mucho antes de que el tango fuera declarado Patrimonio de la Humanidad. “Es el primer monumento al tango del mundo”, destacó el director, recordando cómo la obra rinde homenaje a músicos locales y nacionales.
Otra pieza destacada es el mural Reconquistando el Reconquista, una obra con connotación ecológica que recuerda los tiempos en que el río Reconquista era navegable y utilizado como balneario. “Fue un precursor en utilizar el arte para generar conciencia ambiental”, señaló.
Las aves, los árboles y los cielos son constantes en su obra. “Su hermano Tito era un amante de los pájaros, y esa pasión quedó reflejada en cada una de sus piezas, incluso en murales religiosos como el de la Comisaría Primera”, completó el especialista.
Parte de su obra fue pensada para la interacción del público. Así, por ejemplo, la obra Homenaje a Los Mimos se encuentra emplazada en el patio de juegos de la Plaza 20 de Febrero y tiene el objetivo de ser utilizada por los chicos para jugar. “Danilo la reforzó con más hierro que las demás, porque quería que los chicos la treparan. Lo llamaba ‘arte de cotidianidad social’”, relató el director. Cerca de los mimos está la estatua de Jorge Cafrune, a un lateral de la platea del anfiteatro que lleva su nombre. Pero en las escalinatas se esconde otra obra, quizás la más conocida: “En 1997 creó la escultura Cristina, que es la chica que está sentada en el auditorio. Cuando se terminó de construir el anfiteatro, Danilo vio que era una mole gris, fría, entonces pensó en darle una presencia humana para que el público no se sintiera solo. Hoy pasas por la plaza y siempre hay alguien sentado cerca de Cristina, acompaña al público ahí sentada. Danilo siempre pensaba en el impacto de sus obras en la gente. Es lindo pasar por los mimos y ver a los chicos jugando, ver que se cumple la voluntad de Danilo”, destacó Valdez.
El Museo Histórico Municipal de Ituzaingó ha realizado muestras con las pinturas y esculturas de Danilo Bambú ya que conserva parte del legado artístico del vecino. Facundo Valdez es Licenciado en Peritaje y Evaluación de Obras de Arte egresado de la Universidad del Museo Social Argentino. Su tesis, llamada Danilo Bambú: artista popular de ituzaingó, fue una descripción y ordenamiento de la obra del vecino e incluso el artista pudo estar en la defensa de su trabajo ante el jurado de la facultad. “Estaba fascinado de que se hablara de su arte en una universidad. Fue muy emotivo”, recordó.
“Con Danilo nos unió una relación muy linda. Yo no lo conocía, lo conocí a través de la investigación de querer conocer sobre sus obras y en ese transitar de búsqueda de información llegué a él. Empecé años antes de la defensa, pensando como vecino, que vivió, se crió, desde chiquito en esta ciudad y de vecino que interactuó permanentemente con sus obras. Tuve la suerte de conocerlo, de poder hablar mucho de arte. Danilo al principio no tuvo una instrucción formal o artística, pero era una persona que sabía muchísimo de arte. Podíamos empezar a la mañana y llegar a la noche hablando de arte”.
Han transcurrido casi 50 años desde la primera escultura de Danilo Bambú en un espacio público. Comenzó cuando toda esta región era Partido de Morón, y por eso aún pueden encontrarse algunas de sus obras en Haedo o el centro de Morón, pero su corazón y la mayoría de su propuesta está en Ituzaingó. El cemento y el hierro resisten el paso del tiempo, la pintura debió ser restaurada en varias ocasiones, pero él se esmeró en la durabilidad de sus piezas, para que pudieran disfrutarse en el futuro. “No es arte efímero, puede perder color, necesitar pintura, pero son obras con 40, 30, 20 años que están y van a seguir estando por mucho tiempo más”, finalizó Facundo Valdez.
Con solo recorrer la plaza, transitar la estación o buscar en las instituciones del partido, cualquier vecino puede toparse con la obra de Danilo Bambú y así conocer su amor por el Ituzaingó donde siempre vivió, aquel que pudo retratar con color, forma e historia.
Nació en Lanús y fue inscripto como Julio Amengual Mazzei en 1935, pero al poco tiempo su familia se mudó a Ituzaingó y allí encontró su hogar. “Él amó esta ciudad desde que llegó. No solo fue un artista, sino también un cronista de nuestra historia, alguien que se preocupó por hablar con los vecinos y rescatar relatos orales que luego convirtió en imágenes”, destacó Facundo Valdez, Director del Museo Histórico Municipal de Ituzaingó, ante las consultas de Ituzaingó Digital.
El legado de Bambú no solo está presente en las esculturas y murales que decoran las calles, sino también en su aporte a la historia local. Ilustró dos libros fundamentales: Mi querido Ituzaingó del Buen Ayre e Historia de Ituzaingó, este último en formato cómic. “Eran relatos de los vecinos que él sintetizaba en imágenes, siempre con el apoyo de referentes como Rolando Goyaud, quien le proporcionaba información clave”, explicó el director.
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Arte popular y materiales humildes
“Danilo fue un artista popular en todo sentido”, afirmó Valdez. Su arte no pasó por la formalidad de un estudio académico, sino que se forjó en el hacer, de manera autodidacta. Además, utilizaba materiales como hierro y cemento, elementos más asociados a la construcción que al arte. “Cuando pensamos en escultura, solemos imaginar mármol o bronce. Pero él eligió materiales toscos, poco maleables, materiales populares”.
En la década de 1970, Bambú tuvo una breve incursión en galerías de arte en Capital Federal, pero pronto decidió centrarse en dejar su huella en Ituzaingó. Gestionaba permisos municipales, buscaba auspiciantes y financiaba sus propias obras. “Él no buscaba un rédito personal, sino contribuir al espacio público”, comentó el director.
La primera escultura de Danilo en Ituzaingó fue La Esquina del Tango, inaugurada en 1976, mucho antes de que el tango fuera declarado Patrimonio de la Humanidad. “Es el primer monumento al tango del mundo”, destacó el director, recordando cómo la obra rinde homenaje a músicos locales y nacionales.
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Otra pieza destacada es el mural Reconquistando el Reconquista, una obra con connotación ecológica que recuerda los tiempos en que el río Reconquista era navegable y utilizado como balneario. “Fue un precursor en utilizar el arte para generar conciencia ambiental”, señaló.
Las aves, los árboles y los cielos son constantes en su obra. “Su hermano Tito era un amante de los pájaros, y esa pasión quedó reflejada en cada una de sus piezas, incluso en murales religiosos como el de la Comisaría Primera”, completó el especialista.
Parte de su obra fue pensada para la interacción del público. Así, por ejemplo, la obra Homenaje a Los Mimos se encuentra emplazada en el patio de juegos de la Plaza 20 de Febrero y tiene el objetivo de ser utilizada por los chicos para jugar. “Danilo la reforzó con más hierro que las demás, porque quería que los chicos la treparan. Lo llamaba ‘arte de cotidianidad social’”, relató el director. Cerca de los mimos está la estatua de Jorge Cafrune, a un lateral de la platea del anfiteatro que lleva su nombre. Pero en las escalinatas se esconde otra obra, quizás la más conocida: “En 1997 creó la escultura Cristina, que es la chica que está sentada en el auditorio. Cuando se terminó de construir el anfiteatro, Danilo vio que era una mole gris, fría, entonces pensó en darle una presencia humana para que el público no se sintiera solo. Hoy pasas por la plaza y siempre hay alguien sentado cerca de Cristina, acompaña al público ahí sentada. Danilo siempre pensaba en el impacto de sus obras en la gente. Es lindo pasar por los mimos y ver a los chicos jugando, ver que se cumple la voluntad de Danilo”, destacó Valdez.
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El Museo Histórico Municipal de Ituzaingó ha realizado muestras con las pinturas y esculturas de Danilo Bambú ya que conserva parte del legado artístico del vecino. Facundo Valdez es Licenciado en Peritaje y Evaluación de Obras de Arte egresado de la Universidad del Museo Social Argentino. Su tesis, llamada Danilo Bambú: artista popular de ituzaingó, fue una descripción y ordenamiento de la obra del vecino e incluso el artista pudo estar en la defensa de su trabajo ante el jurado de la facultad. “Estaba fascinado de que se hablara de su arte en una universidad. Fue muy emotivo”, recordó.
“Con Danilo nos unió una relación muy linda. Yo no lo conocía, lo conocí a través de la investigación de querer conocer sobre sus obras y en ese transitar de búsqueda de información llegué a él. Empecé años antes de la defensa, pensando como vecino, que vivió, se crió, desde chiquito en esta ciudad y de vecino que interactuó permanentemente con sus obras. Tuve la suerte de conocerlo, de poder hablar mucho de arte. Danilo al principio no tuvo una instrucción formal o artística, pero era una persona que sabía muchísimo de arte. Podíamos empezar a la mañana y llegar a la noche hablando de arte”.
Han transcurrido casi 50 años desde la primera escultura de Danilo Bambú en un espacio público. Comenzó cuando toda esta región era Partido de Morón, y por eso aún pueden encontrarse algunas de sus obras en Haedo o el centro de Morón, pero su corazón y la mayoría de su propuesta está en Ituzaingó. El cemento y el hierro resisten el paso del tiempo, la pintura debió ser restaurada en varias ocasiones, pero él se esmeró en la durabilidad de sus piezas, para que pudieran disfrutarse en el futuro. “No es arte efímero, puede perder color, necesitar pintura, pero son obras con 40, 30, 20 años que están y van a seguir estando por mucho tiempo más”, finalizó Facundo Valdez.
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Con solo recorrer la plaza, transitar la estación o buscar en las instituciones del partido, cualquier vecino puede toparse con la obra de Danilo Bambú y así conocer su amor por el Ituzaingó donde siempre vivió, aquel que pudo retratar con color, forma e historia.
Leandro Fernández Vivas
Periodista
Técnico Universitario en Periodismo.
Director Periodístico en Castelar Digital.
Socio Fundador de Ocho Ojos.