Sociedad
6 Jul 2024
El carrousel más lindo de la Zona Oeste está en la Plaza 20 de Febrero
Por: Leandro Fernández Vivas.
Es la primera de dos pisos fabricada en el país y tiene una gemela en Villa Gesell. “Es un juego absolutamente tradicional y sano”, explicaron a Ituzaingó Digital.
El Carrousel Siglo XVIII de la Plaza 20 de Febrero fue la primera de dos pisos construída en la Argentina y se fabricó en Ituzaingó. Con la firma de Roberto Geddo, es un ícono de la Zona Oeste y el punto de entretenimiento y fantasía de miles de chicos y chicas.
Está instalada en el corazón de la ciudad desde fines de 2006 pero nació a fines de los 80. Es la primera de una serie de seis calesitas de dos pisos y cuenta con una gemela en Villa Gesell, en el famoso parque de diversiones Juguelandia.
Su primera ubicación fue el Paseo de la Infanta, en el corazón de Palermo, en la Ciudad de Buenos Aires. Pero en 2006 la familia Geddo ganó un espacio en la plaza principal de Ituzaingó y continuó su historia en el oeste. “Cuando la construímos fue medio una revolución”, explicó a Ituzaingó Digital Fernando Geddo, hijo del recordado Roberto y quien sigue adelante con el negocio familiar. “Mi viejo se inspiró en los carruseles europeos, en el Carrousel de París. También en carruseles italianos. Venimos de una familia de fabricación de juegos de muchos años. Hubo que hacerlo todo absolutamente de cero. Con escultores santeros, que hicieron en yeso las esculturas y después se las copió en fibra de vidrio y detalles de madera. Se fabricó todo en Ituzaingó, en un taller que hoy sigue siendo de la familia pero que ahora es un depósito, en la calle Ventura Alegre”, destacó el vecino.
Todos los sistemas de funcionamiento, iluminación, seguridad y sonido fueron fabricados por Geddo. Incluso se utilizó música original grabado desde un órgano Wurlitzer del año 1905. La vuelta inaugural del primer carrusel de dos pisos construído en elp aís fue en Castelar, en el patio de la casa de la familia que lo construyó. Esa misma calesita es la que gira incansablemente a metros de la calle Soler.
“Mi papá siempre quiso tener un carrusel en Ituzaingó. Mi viejo falleció en 2005 y por esas cosas mágicas de la vida, en 2006 me proponen poner una calesita en la plaza. Se hizo un concurso, una licitación, ganamos e instalamos el carrousel en noviembre de ese año”, completó Fernando.
Ícono de la plaza y reconocida en toda la Zona Oeste, es el punto elegido por los más chiquitos del barrio para reír, girar, subir, bajar y entregarse a la fantasía. Pero no todo fue color y luces para el carrusel de ituzaingó. En abril de 2012 el tornado que azotó la región casi la destruye. “Le cayeron dos árboles arriba. La rompieron mucho, cayeron los árboles y de alguna manera lo flechan, lo sostienen, si no hubiera salido volando. Pero nos rompió mucho”. Con esfuerzo la calesita volvió a girar y en 2019 fue sometida a un intenso trabajo de puesta en valor que incluyó la mano artística de la recordada Graciela Mosches. “Los carrouseles en el mundo son iconos culturales, más allá del entretenimiento y de cobrar la vuelta. Las principales ciudades del mundo tienen algo representativo, entonces la idea fue ilustrar las cenefas superiores con imágenes de Ituzaingó: tiene el tren viejo y el tren nuevo, Leloir, la Municipalidad. Graciela Mosches puso su arte, se hizo un trabajo muy importante”.
Caballitos, carruajes, juegos y sonrisas. El Carrusel sigue girando, todos los días, a casi toda hora. “Este oficio exige mucha vocación artística, hay que estar en todos los detalles. Tengo un respeto muy grande por todos los que manejan el oficio, lo tenés que hacer con mucho cariño. Al entretenimiento uno se vuelca por distintos factores: está lo económico porque de esto vivimos, pero tenés que tener una vocación muy grande. Está lo artístico y la satisfacción que da cuando ves a un papá sonriente. Es un juego absolutamente tradicional y sano, la satisfacción es muy grande, por eso estamos hace tantos años”, subrayó el vecino.
“Tengo el orgullo muy grande por este carrusel: tengo mi hija viviendo en Francia, cuando la voy a visitar veo los carruseles de otras partes del mundo y la verdad es que el nuestro está en un muy buen nivel. Es realmente un carrusel que no encontrás en cualquier parte del mundo. Por eso también siempre cuento la historia, para que la gente sepa que se fabricó en Argentina, para que se sepa que la construyó una familia en Ituzaingó”, finalizó Fernando Geddo.
Está instalada en el corazón de la ciudad desde fines de 2006 pero nació a fines de los 80. Es la primera de una serie de seis calesitas de dos pisos y cuenta con una gemela en Villa Gesell, en el famoso parque de diversiones Juguelandia.
Su primera ubicación fue el Paseo de la Infanta, en el corazón de Palermo, en la Ciudad de Buenos Aires. Pero en 2006 la familia Geddo ganó un espacio en la plaza principal de Ituzaingó y continuó su historia en el oeste. “Cuando la construímos fue medio una revolución”, explicó a Ituzaingó Digital Fernando Geddo, hijo del recordado Roberto y quien sigue adelante con el negocio familiar. “Mi viejo se inspiró en los carruseles europeos, en el Carrousel de París. También en carruseles italianos. Venimos de una familia de fabricación de juegos de muchos años. Hubo que hacerlo todo absolutamente de cero. Con escultores santeros, que hicieron en yeso las esculturas y después se las copió en fibra de vidrio y detalles de madera. Se fabricó todo en Ituzaingó, en un taller que hoy sigue siendo de la familia pero que ahora es un depósito, en la calle Ventura Alegre”, destacó el vecino.
Todos los sistemas de funcionamiento, iluminación, seguridad y sonido fueron fabricados por Geddo. Incluso se utilizó música original grabado desde un órgano Wurlitzer del año 1905. La vuelta inaugural del primer carrusel de dos pisos construído en elp aís fue en Castelar, en el patio de la casa de la familia que lo construyó. Esa misma calesita es la que gira incansablemente a metros de la calle Soler.
“Mi papá siempre quiso tener un carrusel en Ituzaingó. Mi viejo falleció en 2005 y por esas cosas mágicas de la vida, en 2006 me proponen poner una calesita en la plaza. Se hizo un concurso, una licitación, ganamos e instalamos el carrousel en noviembre de ese año”, completó Fernando.
Ícono de la plaza y reconocida en toda la Zona Oeste, es el punto elegido por los más chiquitos del barrio para reír, girar, subir, bajar y entregarse a la fantasía. Pero no todo fue color y luces para el carrusel de ituzaingó. En abril de 2012 el tornado que azotó la región casi la destruye. “Le cayeron dos árboles arriba. La rompieron mucho, cayeron los árboles y de alguna manera lo flechan, lo sostienen, si no hubiera salido volando. Pero nos rompió mucho”. Con esfuerzo la calesita volvió a girar y en 2019 fue sometida a un intenso trabajo de puesta en valor que incluyó la mano artística de la recordada Graciela Mosches. “Los carrouseles en el mundo son iconos culturales, más allá del entretenimiento y de cobrar la vuelta. Las principales ciudades del mundo tienen algo representativo, entonces la idea fue ilustrar las cenefas superiores con imágenes de Ituzaingó: tiene el tren viejo y el tren nuevo, Leloir, la Municipalidad. Graciela Mosches puso su arte, se hizo un trabajo muy importante”.
Caballitos, carruajes, juegos y sonrisas. El Carrusel sigue girando, todos los días, a casi toda hora. “Este oficio exige mucha vocación artística, hay que estar en todos los detalles. Tengo un respeto muy grande por todos los que manejan el oficio, lo tenés que hacer con mucho cariño. Al entretenimiento uno se vuelca por distintos factores: está lo económico porque de esto vivimos, pero tenés que tener una vocación muy grande. Está lo artístico y la satisfacción que da cuando ves a un papá sonriente. Es un juego absolutamente tradicional y sano, la satisfacción es muy grande, por eso estamos hace tantos años”, subrayó el vecino.
“Tengo el orgullo muy grande por este carrusel: tengo mi hija viviendo en Francia, cuando la voy a visitar veo los carruseles de otras partes del mundo y la verdad es que el nuestro está en un muy buen nivel. Es realmente un carrusel que no encontrás en cualquier parte del mundo. Por eso también siempre cuento la historia, para que la gente sepa que se fabricó en Argentina, para que se sepa que la construyó una familia en Ituzaingó”, finalizó Fernando Geddo.
Leandro Fernández Vivas
Periodista
Técnico Universitario en Periodismo.
Director Periodístico en Castelar Digital.
Socio Fundador de Ocho Ojos.